El doncel de don Enrique (Mariano Jose de Larra) Libros Clásicos

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-Ya estamos solos -exclamó don Enrique levantándose-. Extrañaréis este paso sin duda, la de Albornoz... -Al llegar aquí calló como si no estuviera muy resuelto todavía a decir lo que traía pensado, y empezó a pasearse a lo largo con pasos tendidos y acelerados...
-Perdonadme si no os he respondido más pronto -contestó su esposa después de una ligera pausa-; creí que ibais a seguir hablando. ¿Deberé alegrarme de esta inesperada entrevista? ¿Por fin vuestro corazón, don Enrique, se ha rendido a mi amor? ¿Habéis pensado ya decididamente volver la paz al pecho de vuestra esposa y cortar de raíz las rencillas que han amargado hasta ahora nuestra desdichada unión?
-¿Desdichada?, maldecida debierais decir -murmuró entre dientes el conde, paseándose siempre sin volver los ojos una sola vez a mirar a su afligida mitad.
-Si tal es vuestro intento -continuó sin oírle la de Albornoz-, ¿qué tardáis en venir a los brazos de la mujer que más os ama y que no ha amado nunca sino a vos?... Desechad esa dura indiferencia... Si algún rubor de vuestra pasada frialdad os impide darme ese contento, yo os lo perdono todo.
-Perdón... -gritó fuera de sí el conde al oír esta palabra, que le sacó de su letargo-. Perdón... vos a mí. ¿Y sabéis antes si os perdono yo a vos?
-¡Santo cielo! ¡Qué palabras! ¿Pues en qué pude yo ser culpable jamás? ¿En amaros demasiado, en sufriros?... ¡Ah! perdonad, pero soy vuestra esposa y tengo derecho a vuestro amor, o por lo menos a vuestra consideración.
-No se trata ya de amor.
-¿Se ha tratado con vos alguna vez?
-Lo ignoro; sólo sé que ha llegado el caso de un rompimiento completo.
-¿Un rompimiento? ¡Desgraciada María!... ¿Y qué causa podréis alegar para tan indigna conducta?
-¡María! -gritó don Enrique.
-Sí, sacad el puñal todo; no os contentéis con apretarle en vuestra mano; aquí tenéis el corazón criminal que os ha querido bien; acabad de una vez con el único estorbo de vuestros intentos... De otra manera, don Enrique, jamás conseguiréis esa separación; yo quiero antes saber el motivo que os conduce a.

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