Página 99 de 455
Tabitha.
Una voz brotó del monitor de popa en el lado de estribor.
-Vamos, capitana... No sea tan dura con él.
-Es nuestra invitada dijo la misma voz desde el monitor de popa del otro
lado.
-¿Qué? -exclamó Tabitha-. ¿Quién ha dicho eso?
Su voz retumbó en el hangar y creó un sinfín de ecos.
Tabitha se lanzó sobre los controles. La brusquedad del movimiento asustó a Tal y el loro emprendió el vuelo yendo en línea recta hacia su cabeza, pero se desvió en el último instante. Un ala pasó a escasos centímetros del rostro de Tabitha. Alzó un brazo con un cierto retraso para manotear frenéticamente allí donde había estado el loro y usó la otra mano para golpear el interruptor que desconectaba el sistema de megafonía tan inexplicablemente activado.
-¿Quién ha dicho eso? ¿Has sido tú? -preguntó volviéndose hacia Tal, que no se había acercado en ningún momento al interruptor.
Los monitores emitieron un siseo casi inaudible.
-Vamos, chico, ven conmigo.
Marco había empezado a bajar por el tramo de peldaños que llevaba a la escotilla. Tal se posó sobre su hombro. La mano de Marco se movió por debajo de lo que en un ser humano habría sido la barbilla acariciando el cuello de Tal mientras le murmuraba sonidos tan ininteligibles como tranquilizadores.
Las conexiones entraron en sus tomas y las luces de los sistemas eléctricos parpadearon durante una fracción de segundo. Los conductos de ventilación de la cabina empezaron a emitir una brisa refrescante.
Tabitha giró sobre sí misma y clavó los ojos en los monitores.
Los reflectores proyectaban su implacable claridad sobre las nudosas paredes marrones del hangar y revelaban las mugrientas superficies del suelo y el techo. Todas las pantallas estaban vacías, y los únicos objetos visibles eran la baliza que seguía emitiendo destellos azules y un montón de bolsas y cajas tiradas junto a la puerta del ascensor. Todas las conexiones y tubos se hallaban en su sitio. El hangar estaba desierto.
Tabitha se puso en pie, bajó los peldaños dando saltos y apartó a Marco de un empujón para cruzar la escotilla.
Abrió la puerta exterior de un manotazo y sacó la cabeza por el hueco para examinar el flanco de la nave.
Un céfiro bastante rancio de atmósfera artificial que llevaba mucho tiempo sin ser renovada revoloteó a su alrededor.