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El fardo estaba compuesto de un material que cambiaba de color según el ángulo en que le diera la luz, y no tardaron en ver que había montones de fibras que se deslizaban la una sobre la otra dejando huecos que los haces luminosos de los reflectores podían atravesar. El fardo era una red.
Una maquinaria invisible empezó a gruñir detrás de ellos. Todos se dieron la vuelta menos Tabitha, que siguió observando el descenso de la red en la pantalla de un monitor de popa con una expresión satisfecha en el rostro. Sus pasajeros echaron a correr hacia la bodega y entraron en aquel enorme espacio vacío con el tiempo justo de ver cómo el techo de la Alice Liddell empezaba a partirse en dos mitades.
Las dos mitades del techo se fueron retrayendo lentamente y la hebra de luz azulada que indicaba la posición del hueco se fue haciendo cada vez más ancha hasta que el techo desapareció dentro de las paredes con un suave gruñido. La inmensa red avanzó por el espacio existente entre los rollos metálicos que eran los extensores de carga acompañada por el rechinar de sus poleas.
Tal se refugió en la pasarela. Marco y los Gemelos se apresuraron a retroceder. Tabitha se echó la bolsa de viaje al hombro y salió de la cabina caminando tranquilamente sin alzar los ojos ni una sola vez hacia los grandes cables que parecían dispuestos a chocar con su cabeza.
Era su espectáculo, y estaba disfrutando de él.
Fue hasta la parte posterior de la bodega, abrió un panel de control, pulsó varios botones y se dio la vuelta. La red siguió bajando hasta entrar en contacto con el suelo, pareció hacer una reverencia a escasos centímetros de sus pies y se quedó inmóvil. La maquinaria dejó de funcionar.
Marco estaba junto a ella estrujando su vieja bolsa de viaje mientras contemplaba la red con cierta aprensión.
-¿Quieres que vayamos en esto?
-Siempre os queda el ascensor dijo Tabitha-. Volverá en cualquier momento.
-Eh, no, te aseguro que me encanta dijo Marco con un leve temblor en la voz-. De veras...
Los Gemelos fueron hacia la red y la inspeccionaron. Saskia acercó la punta de un pie a los cables y los empujó.
-Parece una red de seguridad dijo poniendo cara de repugnancia.
-Bueno, quizá debamos ser un poquito flexibles dijo su hermano con voz lánguida-.