El pleito matrimonial del cuerpo y el alma (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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que la desdore y desluzca,
pues siendo el alma tan noble
que goza a la edad futura
eterna la duración,
porque tiene la segunda
de las tres que hay: sin principio,
sin fin, que es dellas la una,
sólo es duración de Dios,
que sin principio y fin triunfa;
con principio y fin, que es otra,
es la duración caduca
de la vida humana, pues
anochece aunque madruga,
y el medio de estos extremos
es el Alma que los junta,
pues con principio y sin fin
por siglos de siglos dura.
Y siendo -otra vez lo digo-
tan bella y noble criatura,
que su solar es la mente
de Dios, de donde su justa
omnipotencia la cría,
se la dan a que se infunda
en el informe embrión
de un cadáver sin figura
ni forma, hasta aquel instante
que ella le anima y le ilustra
al cuerpo, un tosco villano
hecho de una masa impura,
lodo de saliva y tierra,
de tan bárbara, tan ruda
naturaleza él por sí,
que sin ella acción ninguna
tiene, ni hay cosa que alcance
ni materia que discurra.
Llevan en dote a estas bodas
ella las Potencias suyas
y él sus Sentidos, de quien,
juntos uno y otro, usan.
Ponerla yo impedimento
no puedo; pero si ayudas
tú mi intento, verás cómo
su matrimonio se anula,
pues estas bodas, la Muerte,
haciendo que se desuna
el Alma del Cuerpo, es
la que las da por ningunas.
No se deposite perla
tan preciosa en tan inculta
casa, y si el tiempo que aqueste
efecto no se ejecuta
la gozare, sea pasando
zozobras, penas, angustias,
haciendo los dos que entre ellos
tal cizaña se introduzca
que siempre llenos estén
de penas y desventuras,
que la obliguen a que pida
ella -con él mal segura-
nulidad de matrimonio,

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