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LUIS: Digo, amigo, lo que veis.
Id con Dios.
VILLANO 1: De tus contrarios
el cielo te libre, amén.
Yo llevo aquí seis doblones;
no lo sabe mi mujer;
de ellos te puedes servir.
LUIS: Ni una blanca tomaré.
Idos con Dios; que ya es tarde,
y ya el sol se va a poner.
Vanse VILLANO 1 y VILLANO 2. Sale don
ALONSO
ALONSO: (No en vano, amistad, mandó Aparte
la gentilidad hacer
altares a tu deidad,
pues eres la diosa a quien
el humano pensamiento
da su adoración con fe;
pues llego buscando así,
por ser amigo fïel,
uno a quien debo la vida;
que no es de la amistad ley
que, porque él me deje solo,
haya de dejarle a él.
Gente hay aquí; cubrir quiero
el rostro, por si me ven.)
LUIS: Caballero, la Fortuna
fuerza a dos hombres de bien
a pedir de esta manera
que algún socorro les dé,
por no tomarlo de otra.
Si es que ayudarnos podéis
con algo que no haga falta,
nos haréis mucha merced,
y si no, ahí está el camino,
y a Dios, que os lleve con bien.
Se descubre don ALONSO
ALONSO: Luis Pérez, de mi dolor
mi llanto respuesta os dé
y mis brazos. ¿Qué es aquesto?
LUIS: ¿Qué es lo que mis ojos ven?
ALONSO: Dadme mil veces los brazos.
LUIS: Cuando en el mar os juzgué,
cortesano de las ondas
y vecino de un bajel,
a Salvatierra venís?
Decidme, señor, a qué.
ALONSO: Buscándoos; porque yo apenas
desde la playa miré
la armada y para embarcarme
en la lancha puse el pie,
cuando me acordé de vos,
y tan corrido me hallé
de haberos dejado, Luis,
venir, que determiné
seguiros, por no pasar
con tal cuidado. Esto es
ser amigo; que un amigo