Página 28 de 145
-A ésta contestaré yo misma. Una pobre niña enferma que me pide un libro para poder pasar algún rato distraída; ya lo creo que lo tendrá. ¿Qué viene ahora, Rob?
-Esta es corta y muy bonita: "Querida señora Bhaer: No voy a dar a usted mi opinión de sus obras. Todas las he leído varias veces y las encuentro de primera. Siga usted escribiendo. Su admirador, Billy Babcock."
-Esto no me disgusta; Billy es un hombre de sentido común y excelente crítico, desde el momento que ha leído mis obras varias veces antes de expresar su opinión. Como no pide contestación, escríbele dándole las gracias y expresándole mi agradecimiento.
-Una señora de Inglaterra que tiene siete hijas y te pide tu parecer respecto a su educación y a lo que se podrán dedicar. Dice que la mayor tiene doce años. No me extraña que esté tan aburrida -dijo Rob, riéndose.
-Bueno, ya le contestaré; pero el caso es que como yo no tengo hijas, acaso le choque si le digo que las deje libres que corran y salten para que se desarrollen y tengan buenos colores.
-Aquí hay un prójimo que te pregunta con qué clase de muchacha te parece a ti que debe casarse, y si conoces tú alguna como las que pintas en tus novelas.
-Mándale las señas de Nan, y ya veremos cómo se las arregla con ella -dijo Teddy, desposo de ayudar en algo.
-Esta es de una señora que desearía que adoptaras a su hijo y que se lo enviaras al extranjero por tu cuenta a estudiar bellas artes unos cuantos años. Más vale que lo instruyas tú, mamá.
-No, muchas gracias; prefiero seguir con lo mío, y tengo bastante.
Con lo arriba transcrito se habrá ya el lector formado idea de lo muy atareada que andaba la tía Jo y de lo disculpable que es el que no contestara a tantas y tan diversas peticiones.
-Bueno, ya hemos terminado. Ahora voy a sacudir un poco el polvo y a seguir con mi tarea de escribir, que ando bastante atrasadita. No quiero ver a nadie, ya lo sabes; ni a la reina Victoria que venga en persona la recibo -. Y al decir esto se quitó la señora Bhaer con energía el delantal, como si quisiera desafiar a la creación entera.
-Sí, hijita -contestó su marido, que había estado todo este tiempo callado y dedicado a su correspondencia particular-; hoy creo que tendrás un buen día.