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-¡Aquí estoy yo! -exclamó Alice Heath que acababa de entrar; y que era una joven que se parecía mucho, por sus arranques y ademanes varoniles, a su inseparable amiga Nan, acérrima defensora, como ésta, de los derechos de la mujer. Un poco de paciencia -siguió diciendo después de saludar-, y habremos ganado la batalla. Ahora conviene que seamos prudentes, como han venido siendo los hombres durante varias generaciones, y después seremos nosotras las que mandaremos.
-Aquí estoy yo para ayudarte -exclamó John subiéndose a una silla-; yo seguiré tu bandera v lucharé con entusiasmo por tu causa, aunque estando Nan a tu lado casi no me necesitáis a mí.
-Para un caso de apuro vendrá muy bien, John; cuento contigo, y ya sabes lo mucho que yo estimo tu buena voluntad.
Dan escuchaba la conversación con gran atención y miraba a un lado y otro, pensando sin duda a qué lado se inclinaría en caso de que empezara la lucha.
-Pero, ¿qué escándalo es éste?
-Nada, nada; que Nan y Alice se van entusiasmando más y más y creen que en este momento se hallan en un gran mitin donde se discuten y defienden los derechos de la mujer. ¿Quiere Su Alteza presidir y juzgar después? -contestó John al oír los aplausos de los concurrentes.
-No, gracias; no tengo yo tanta talento como se necesita para eso -contestó dulcemente Bess, sentándose para escuchar la discusión.
-Sólo me resta decir una cosa, y esta cosa es -siguió diciendo Nan con calma y acentuando bien las palabras, aunque en sus ojos se veía retratado el sarcasmo mezclado con la ansiedadque deseo preguntar a cada uno de vosotros si estáis conforme con lo que os voy a proponer. Dan y Emil han recorrido ya casi medio mundo, y en sus largos viajes han ya a apreciar lo mucho que vale adquirir un conocimiento práctico de la vida. Tom y Nat pueden hablar de esto porque han tenido buenos ejemplos durante muchos años. John es de la familia y estamos orgullosos de él; lo mismo digo de Rob. Teddy es una veleta y Dolly y George son todavía nebulosas. Comodoro, ¿estás listo para la pregunta?
-Sí, "patrón".
-¿Eres partidario del sufragio femenino?
-Ya lo creo, y en el momento en que lo ordenes, estoy dispuesto a embarcar una bella tripulación femenina.
A esta salida de Emil respondió Nan con un largo discurso que convenció a medias a su auditorio, pero que dejó absorto al enamorado Tom.