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metales les ofrecieron un espectáculo que excedía a todas las ideas de
opulencia que había podido crearse su imaginación.
Por el relato que hicieron a Pizarro, éste fijó todos sus
pensamientos en las medidas que debían tomarse para llevar a cabo un
proyecto que desde su salida de San Miguel meditaba: llamó a su consejo a
sus hermanos, a Soto y a Benalcázar y les explicó el plan que había
concebido. Después de haberles demostrado cuánto les importaba tener al
inca en su poder, y recordado [63] las ventajas que había traído en México
el cautiverio de Moctezuma, acabó por proponerles una medida semejante y
que fue adoptada sin titubear.
En su consecuencia dividió sus sesenta jinetes en tres pelotones al
mando de Soto, Benalcázar y su hermano Fernando; formó una sola masa de la
infantería, excepto veinte hombres escogidos que debían ir con él
dondequiera que el peligro lo exigiese, y mandó colocar las dos piezas de
artillería delante del camino por donde debía llegar el inca.
Al día siguiente, 16 de noviembre, Atahualpa partió de su campamento
para ir a visitar a Pizarro; pero queriendo dar a los extranjeros una alta
idea de su poder y de sus riquezas, se puso en marcha con toda la pompa
que desplegaba en las más grandes solemnidades. Jerez, testigo ocular,
describe aquella escena en estos términos: «La gente que traía en la
delantera traían armas secretas debajo de las camisetas, que eran jubones
de algodón fuertes, y talegas de piedras y hondas; que parecía que traían
ruin intención. Luego la delantera de la gente comenzó a entrar en la
plaza; venía delante un escuadrón de indios vestidos de una librea de
colores a manera de escaques; éstos venían quitando las pajas del suelo y
barriendo el camino. Tras éstos venían otras tres escuadras vestidos de
otra manera, todos cantando y bailando. Luego venía [64] mucha gente con
armaduras, patenas y coronas de oro y plata. Entre éstos venía Atahualpa
en una litera aforrada de plumas de papagayos de muchos colores,
guarnecida de chapas de oro y plata. Traíanle muchos indios sobre los
hombros en alto, y tras de ésta venían otras dos literas y dos hamacas, en
que venían otras personas principales; luego venía mucha gente en