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a palacio te han traído
de la torre en que vivías,
mientras al sueño tenías
el espíritu rendido.
Tu padre, el rey mi señor,
vendrá a verte, y de él sabrás,
Segismundo, lo demás.
SEGISMUNDO: Pues, vil, infame, traidor,
¿qué tengo más que saber,
después de saber quien soy,
para mostrar desde hoy
mi soberbia y mi poder?
¿Cómo a tu patria le has hecho
tal traición, que me ocultaste
a mí pues que me negaste,
contra razón y derecho,
este estado?
CLOTALDO: ¡Ay de mí, triste!
SEGISMUNDO: Traidor fuiste con la ley,
lisonjero con el rey,
y crüel conmigo fuiste.
Y así el rey, la ley y yo,
entre desdichas tan fieras,
te condenan a que mueras
a mis manos.
CRIADO 2: ¡Señor!...
SEGISMUNDO: No
me estorbe nadie, que es vana
diligencia. ¡Y vive Dios!
Si os ponéis delante vos,
que os eche por la ventana.
CRIADO 1: Huye Clotaldo.
CLOTALDO: ¡Ay de ti,
que soberbia vas mostrando
sin saber que están soñando!
Vase CLOTALDO
CRIADO 2: Advierte...
SEGISMUNDO: Apartad de aquí.
CRIADO 2: ...que a su rey obedeció.
SEGISMUNDO: En lo que no es justa ley
no ha de obedecer al rey;
y su príncipe era yo.
CRIADO 2: Él no debió examinar
si era bien hecho o mal hecho.
SEGISMUNDO: Que estáis mal con vos sospecho,
pues me dais que replicar.
CLARÍN: Dice el príncipe muy bien,
y vos hicisteis muy mal.
CRIADO 1: ¿Quién os dio licencia igual?
CLARÍN: Yo me la he tomado.
SEGISMUNDO: ¿Quién
eres tú, di?
CLARÍN: Entremetido.
Y de este oficio soy jefe,
porque soy el mequetrefe
mayor que se ha conocido.
SEGISMUNDO: Tú sólo en tan nuevos mundos
me has agradado.
CLARÍN: Señor,
soy un grande agradador
de todos los Segismundos.
Sale ASTOLFO
ASTOLFO: ¡Feliz mil veces el día,