Página 18 de 21
Yo conocía bien a Peter el Negro, así que cuando él sacó el cuchillo yo lo atravesé de parte a parte con un arpón, porque sabía que era su vida o la mía. Así es como murió. A ustedes puede parecerles un asesinato. Al fin y al cabo, tanto da morir con una cuerda al cuello como con el cuchillo de Peter el Negro clavado en el corazón.
-¿Cómo llegó usted allí? -preguntó Holmes.
-Se lo contaré desde el principio. Pero permitan que me incorpore un poco para que pueda hablar con más facilidad. Todo sucedió en el 83.... en agosto de aquel año. Peter Carey era capitán del Sea Unicom y yo era segundo arponero. Acabábamos de dejar los hielos con rumbo a casa, con vientos en contra y una galerna de Sur cada semana, cuando divisamos una pequeña embarcación que había sido arrastrada hacia el Norte. Sólo llevaba un hombre a bordo, un hombre de tierra firme. La tripulación había creído que el barco se iba a pique y había tratado de alcanzar las costas de Noruega en el bote salvavidas. Seguramente se ahogaron todos. Bien, izamos a bordo a aquel hombre, y el capitán mantuvo con él varias conversaciones bastante largas en el camarote. El único equipaje que recogimos con él era una caja de lata. Por lo que yo sé, jamás se llegó a pronunciar el nombre de aquel hombre, y a las dos noches desapareció como si nunca hubiera estado allí. Se dio por supuesto que se habría arrojado al mar o que habría caído por la borda a causa del temporal que sufríamos. Sólo un hombre sabía lo que había sucedido, y ese hombre era yo, que había visto con mis propios ojos cómo el capitán lo volteaba y lo arrojaba por la borda, durante la segunda guardia de una noche oscura, dos días antes de que avistáramos los faros de las Shetland.
»Pues bien, me guardé para mí lo que sabía y esperé a ver en qué iba a parar el asunto. Cuando regresamos a Escocia, se echó tierra al asunto y nadie hizo preguntas. Un desconocido había muerto por accidente y nadie tenía por qué andar haciendo averiguaciones. Poco después, Peter Carey dejó de navegar y tardé muchos años en dar con su paradero. Supuse que había hecho aquello para quedarse con el contenido de la caja de lata, y que ahora podría permitirse pagarme bien por mantener la boca cerrada.