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Y fui más lejos,
lo que ahora es el fin de esta reunión.
¿Tanto os domina la paciencia que podéis
perdonar esto? ¿Tanto os guía el Evangelio
que rezaréis por este hombre bueno y su progenie,
cuyo rigor os lleva humillados a la tumba
y convierte a los vuestros en mendigos?
ASESINO 1.°
Somos hombres, Majestad.
MACBETH
Sí, dentro del repertorio sois hombres,
igual que los galgos, podencos, mestizos, chuchos,
perros lobos, de aguas y falderos son todos
llamados perros. Pero el índice de razas
distingue al rápido, al lento, al listo,
al guardián, al cazador y a cada uno
según las virtudes que le asigna
la pródiga naturaleza, de tal modo
que recibe un nombre propio en el registro
que incluye a todos ellos. Y así, los hombres.
Pues bien, si no ocupáis el ínfimo lugar
en la lista de los hombres, decídmelo,
que yo encomendaré a vuestro pecho una tarea
cuya ejecución os librará del enemigo
y os unirá a mí en afecto y amistad,
pues con su vida se malogra mi salud,
que sería perfecta con su muerte.
ASESINO 2.°
Majestad, soy un hombre
a quien tanto han enconado los azotes
y golpes de este mundo que haría to que fuese
por desquitarme del mundo.
ASESINO 1.°
Yo también; tan harto
de infortunios y sacudido por mi sino
que arriesgaría la vida en cualquier lance
por mejorarla o acabarla.
MACBETH
Los dos sabéis
que Banquo fue vuestro enemigo.
ASESINOS
Cierto, señor.
MACBETH
También mío, y en tan mortal divergencia
que cada nuevo momento de su vida
se me clava en las entrañas. Bien pudiera
apartarle de mi vista abiertamente
y decir que fue mi voluntad, mas no debo,
pues los dos tenemos amigos comunes
a cuyo afecto no puedo renunciar, y yo mismo
lloraría al que maté. Por todo ello
solicito vuestra ayuda, hurtando