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Capítulo VI
Del pacto social
Supongamos que los hombres hayan llegado á un punto tal, que los
obstáculos que dañan á su conservacion en el estado de la naturaleza,
superen por su resistencia las fuerzas que cada individuo puede emplear
para mantenerse en este estado. En tal caso su primitivo estado no puede
durar mas tiempo, y pereceria el género humano sino variase su modo de
ecsistir.
Mas como los hombres no pueden crear por sí solos nuevas fuerzas,
sino unir y dirigir las que ya ecsisten, solo les queda un medio para
conservarse, y consiste en formar por agregacion una suma de fuerzas capaz
de vencer la resistencia, poner en movimiento estas fuerzas por medio de
un solo movil y hacerlas obrar de acuerdo.
Esta suma de fuerzas solo puede nacer del concurso de muchas
separadas; pero como la fuerza y la libertad de cada individuo son los
principales instrumentos de su conservacion, ¿qué medio encontrará para
obligarlas sin perjudicarse y sin olvidar los cuidados que se debe á sí
mismo? Esta dificultad, [19] reducida á mi objeto, puede espresarse en
estos términos: «Encontrar una forma de asociacion capaz de defender y
protejer con toda la fuerza comun la persona y bienes de cada uno de los
asociados, pero de modo que cada uno de estos, uniéndose á todos, solo
obedezca á sí mismo, y quede tan libre como antes.» Este es el problema
fundamental, cuya solucion se encuentra en el contrato social.
Las cláusulas de este contrato están determinadas por la naturaleza
del acto de tal suerte, que la menor modificacion las haria vanas y de
níngun efecto, de modo que aun cuando quizás nunca han sido espresadas
formalmente, en todas partes son las mismas, en todas están tacitamente
admitidas y reconocidas, hasta que, por la violacion del pacto social,
recobre cada cual sus primitivos derechos y su natural libertad, perdiendo
la libertad convencional por la cual renunciara á aquella.