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Ahora tendrá que venir andando conmigo hasta la comisaría. Bien, señor Holmes, le quedo muy agradecido a usted y a su amigo por haber venido a ayudarme. Tal como han salido las cosas, su presencia ha resultado innecesaria, y yo habría podido llevar el caso a buen término sin ustedes; pero a pesar de todo, les estoy agradecido. He hecho reservar habitaciones para ustedes en el hotel Brambletye, así que podemos ir todos juntos hasta el pueblo.
-Bien, Watson, ¿qué opina usted de todo esto? -me preguntó Holmes a la mañana siguiente, durante el viaje de regreso a Londres.
-Me doy cuenta de que usted no ha quedado satisfecho.
-Oh, sí, querido Watson, estoy muy satisfecho. Claro que los métodos de Stanley Hopkins no me convencen. Me ha decepcionado este Stanley Hopkins; esperaba mejores cosas de él. Siempre hay que buscar una posible alternativa y estar preparado para ella. Es la primera regla de la investigación criminal.
-¿Y cuál es aquí la alternativa?
-La línea de investigación que yo he venido siguiendo. Puede que no conduzca a nada, es imposible saberlo, pero al menos la voy a seguir hasta el final.
Varias cartas aguardaban a Holmes en Baker Street. Echó mano a una de ellas, la abrió y estalló en una triunfal explosión de risa.
-Excelente, Watson. La alternativa se va desarrollando. ¿Tiene usted impresos para telegramas? Escriba por mí un par de mensajes: «Sumner, agente naviero, Ratcliff Highway. Envíe tres hombres, que lleguen mañana a las diez de la mañana.Basil.» Ese es mi nombre por esos barrios. El otro es para el inspector Stanley Hopkins, 46 Lord Street, Brixton: «Venga a desayunar mañana a las nueve y media. Importante. Telegrafíe si no puede venir.-Sherlock Holmes.» Ya está, Watson, este caso infernal me ha estado atormentando durante diez días. Con esto lo destierro por completo de mi presencia y confío en que a partir de mañana no volvamos ni a oírlo mencionar.
El inspector Stanley Hopkins se presentó a la hora exacta y los tres nos sentamos a
gustar el excelente desayuno que la señora Hudson había preparado. El joven policía estaba muy animado por su éxito.
-¿Está usted convencido de que su solución es la correcta? -preguntó Holmes.
-No podría imaginar un caso más completo.
-A mí no me pareció concluyente.
-Me asombra usted, señor Holmes.