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Lombard murmuró, pensativo:
-¡De ahí... mister Owen... de ahí... la isla del Negro!
Armstrong suspiró profundamente.
-¡Llegamos a lo interesante del asunto! ¿Con qué idea nos han reunido en esta isla?
-¿Tiene usted alguna idea sobre esto?
-Volvamos sobre la muerte de esa mujer. ¿Qué hipótesis se nos presentan? Su marido la ha matado por miedo a que divulgue su secreto. Segunda eventualidad: ella pierde su valor y, en una crisis de desesperación, pone fin a sus días tomando una fuerte dosis de narcóticos.
-Entonces, ¿un suicidio? -preguntó Lombard.
-¿Le extraña esto?
-Admitiría esta segunda hipótesis si no hubiese ocurrido la muerte de Marston. Dos suicidios en veinticuatro horas me parecen una coincidencia demasiado forzada. Si usted pretende que ese joven alocado de Marston, desprovisto de una moralidad y sentimientos, haya voluntariamente puesto fin a sus días por haber atropellado a dos niños, ¡es para estallar de risa! Además, ¿cómo se procuró el veneno? El cianuro no es, me parece, una mercancía que se lleva en el bolsillo de la americana cuando se va de vacaciones. Pero en eso es usted mejor juez que yo.
-Nadie que esté en sus cabales se pasea con cianuro en su bolsillo -respondió Armstrong-. Este veneno ha debido ser traído a la isla por alguien que quería destruir un nido de avispas.
-¿El celoso jardinero o el propietario? -preguntó Philip Lombard-. En todo esto del cianuro hay que reflexionar un poco, pues, desde luego, no fue Marston. O bien tenía la intención de matarse antes de venir aquí... O bien...
-¿O bien...? -insistió Armstrong. Lombard sonreía socarronamente.
-¿Por qué quiere obligarme a que lo diga? Usted tiene en la punta de la lengua lo mismo: Anthony Marston ha sido envenenado por alguien.
-¿Y la señora Rogers? -insistió suspirando el doctor Armstrong.
-Aunque con dificultad habría podido creer en el suicidio de Marston si no hubiese acaecido la muerte de la mujer de Rogers. Por otra parte, habría admitido, sin duda, el suicidio de la mujer si no hubiese sido por la muerte de Marston. No rechazaría la idea de que Rogers se haya desembarazado de su mujer, sin el fin inexplicable de Marston. Lo esencial será encontrar una explicación a estas dos muertes.
-Puede ser que yo le ayude a aclarar un poco este misterio.
Y le repitió los detalles que le había dado Rogers sobre la desaparición de las dos figuritas de porcelana